viernes, 20 de julio de 2012

Pepi, Lucy y Bom...

Y otras chicas del montón. ¿Y por qué? os preguntaréis. Pues veréis, había una vez...

Una noche más en el Forlorn Hope, el antro de mercenarios con más solera de toda la ciudad de Night City y del Estado Libre de California. La banda de música, formada por alguno de los camareros del local, toca en una esquina de la sala unas tonadillas de rock mientras los parroquianos - algunos de ellos veteranos de la guerra de Centroamérica, peligrosos individuos todos ellos- beben hasta emborracharse a la espera de que un patrón decida contratarlos por unas horas para hacer algún trabajito de dudosa moralidad. El ambiente se encontraría abarrotado de humo y olores varios de no ser por los dos grandes extractores colocados estratégicamente por la sala principal y que son los encargados de eliminar todo el humo indeseado. Paneles con las últimas noticias y trabajos iluminan con su luz de neón la sala allá donde se encuentran colgados de sus respectivas columnas. Las camareras reparten sus bebidas con destreza, esquivando a todo aquel que se interpone entre la barra y su mesa mientras la barman, una enorme mujer de pelo rosa sirve las bebidas con sospechosa energía y ademanes poco femeninos.

Fuera es de noche. Aunque las luces de la entrada, así como las farolas de la calle unidas a la espesa niebla contaminada que llena la ciudad se encargan de reflejar la luz haciendo parecer que es aún media tarde. La puerta se abre y entra un grupo de personas. Tienen aspecto de novatos aunque intentan aparentar que saben moverse, pero no es así. Para los ojos de los veteranos no son más que niños perdidos; los ven titubear al entrar, mirarse entre ellos casi inconscientemente como si no tuvieran muy claro qué hacer.

Son un grupo variopinto que parecen sacados de cualquier anuncio barato de Benetton, si no hubiera quebrado a finales de los 80s. Uno de ellos, un bajito japonés con gafas de espejo mira con un intento de parecer más duro de lo que realmente es mientras señala la barra del bar. Detrás suyo le sigue un hiper-musculado y parcialmente desnudo joven chino que no debe tener más de 16 años que lleva poco más que una chaqueta de cuero y un tanga a juego. Cerrando filas una atractiva japonesa de rasgos un tanto indefinidos se hace acompañar de una gabardina a la que han metido a presión un joven negro con las manos enfundadas en los bolsillos, observando desde detrás de unas innecesarias gafas de sol a toda la multitud. Finalmente, detrás de todo el grupo una joven mujer - la única de raza blanca del grupo - que parece desentonar con su traje caro corporativo con respecto al resto del grupo, que haría de las delicias de cualquier seguidor de los Village People, si dejaran la política y decidieran retomar la canción. Todos juntos en formación se dirigen hasta la barra del bar, han pasado 5 minutos desde que entraron y están decididos a pedirse algo. Hasta la barra se adelanta el pequeño japonés con aires de seguridad, levantando la mano para llamar a la barman.


'Un Blade Runner para mi y mis amigos, estamos secos'. 
'En seguida, encanto, en cuanto vea vuestros carnés'.


La gente de alrededor de la barra se fijó un momento en el grupo y estallaron una docena de carcajadas que pusieron bastante furioso al joven grupo, en especial al que parece guiarles.


'No se que habrás querido decir con eso, pero si insinúas que no somos lo bastante hombres para estar aquí quizás podría enseñarte algo. Me llaman Reventador, y he matado a muchos por menos que...'
'De aburrimiento seguro que si, cariño... - apoyando un brazo sobre la mesa, la mujer de pelo rosa se inclinó hasta casi rozar con su nariz la frente del japonés- Mira, me caes bien y voy a dejar que tú y tus amigos se diviertan un poco jugando a ser mayores, pero nada de hacer ruidos ni montar ningún numero - le puso las bebidas y el grupo las recogió pagando religiosamente para después sentarse en una pequeña mesa de una esquina, los cinco, apretados.

La noche continuó sorbo a sorbo, mientras el variopinto grupo veía como iban y venían los parroquianos del bar hasta que, cuando pensaban que eran totalmente invisibles, dos chicas de pelo cardado rubia y morena, con pintas de rockeras, embutidas en unos pantalones de cuero y chaquetas blindadas se acercan a nuestro grupo de personajes.


'Hola chicos, os veo un poco aburridos y hemos decidido que podríais sernos de ayuda. Nosotras sabemos qué es que esta panda de ciberpichas te traten con desprecio. No creáis que a nosotras no nos trataron igual la primera vez que vinimos.'
'Si' - dijo la morena. 'Estos van de un rollo militar super extraño y tienes que demostrarles que eres algo más que palabras. Por cierto, yo soy Krissy y ella es Roxie y no, no somos novias' -sonriendo y guiñando un ojo al negro.
'Hola yo soy Reventador y este es mi grupo..."
'¡Anda, hola Reventador!' -Roxie cogió una silla para cada una y se sentó a horcajadas en ella. 'Espero que me expliques después qué es lo que exactamente revientas, ¡guapetón!'
'¡Eh! ¿Cómo que tu grupo, serás mam...?'
'Tranquilo, fortachón' -dijo Krissy al Ciberchino. 'No importa de quién sea el grupo, venimos a ofreceros un trabajo que puede resultar muy beneficiosos para todos. A vosotros os granjearía algunos amigos aquí, además de  un buen puñado de Eurodólares y a nosotras nos sacaríais de un apuro. ¿Capisce?'
'Vale.'

(Voz en Off de Roxie; Imágenes del centro de la ciudad; Un hotel bien en grande.)
Es la típica misión de extracción. Tenemos a un tipo coreano en la planta 7 del Hotel Mitsubishi del centro de la ciudad al que tenemos que "rescatar" de si mismo ('Pobre', interrumpe Krissy). 
Cállate Krissy, que me desconcentras. ¿Por donde iba? Ah si. Bien, este es un trabajo que podemos dominar nosotras, a excepción de un par de cosas. El tipo en cuestión está rodeado de unos cuantos guardaespaldas, nada serio. Pero no podemos vigilar todos los flancos del edificio y tener preparado un vehículo para la huída. Es ahí donde entráis vosotros. Debéis ser nuestros ojos fuera y llevarnos hasta un lugar seguro una vez hayamos extraído al individuo. ¿Aceptáis?


*  *  *


Esa misma noche se pusieron en marcha. El centro se encontraba tranquilo, casi desierto. El hotel, una masa imponente de acero y cemento, de finales del siglo pasado, tenía manchas provocadas por la polución a lo largo de todos estos años. Partes del edificio mostraban marcas de haber sido reparado por albañiles no muy hábiles y muestra parches aquí y allá. La noche se mantiene seca aunque luces en el horizonte amenazan con alguna lluvia poco saludable procedente de más allá de las montañas.

La furgoneta blindada (es decir, la ambulancia repintada) de nuestros héroes aparca frente al hotel, delante de un vado y junto a una boca de incendio. Detrás de ellos viene el camello afro en su moto, que la aparca a unos pocos metros de distancia para evitar que lo puedan relacionar en absoluto con el único vehículo que hay aparcado en toda la calle. Roxie y Krissy bajan del vehículo y se pierden por el sucio callejón lateral. Sabotean la escalera de emergencia y suben rápidamente hasta el séptimo piso. Mantienen comunicación por radio constantemente con nuestros héroes para mantenerlos informados en todo momento.


Reventador deja el volante del vehículo a la rubia mientras se prepara en la parte trasera para cualquier fatalidad. Lo mismo ocurre con la otra oriental y el ciberchino. Por su lado, afro-man para el motor de su motocicleta y se para en la calle.


'Ya está bien de vigilar, me estoy poniendo nervioso. Voy a entrar a ver que tal está la situación por la recepción', dijo el camello a Reventador.
'Vale, pero recuerda activar la radio.'
'No llevo nada de eso, no me hace falta.'
'Pero...'
'Nada. Además sólo va a ser entrar y salir.'


Nuestro amigo afroamericano entró en la desconchada recepción del hotel y se sentó en uno de los asientos de la misma, observando sin ser demasiado sospechoso que un tipo negro, con pinta peligrosa, mire fijamente al recepcionista durante aproximadamente un minuto para después continuar investigando cada uno de los ascensores y finalmente salir a la calle; esperando a los pies de la escalera.


'Ya casi estamos,' dijo Roxie. 'Id preparándoos que bajamos por el ascensor en cuanto lo pillemos.'


La explosión de una granada en la planta 7 delata el inicio de la operación (viva la delicadeza). Nuestros héroes se ponen nerviosos. El chino decide que va a cubrir la retirada de nuestras amigas y Reventador va a cubrir, lo que sea, al chino también y entra en la recepción con su fusil y su mochila.


La seguridad del edificio se alerta al ver entrar a los dos héroes, que automáticamente comienzan a disparar a todo cuando se mueva y parezca que empuñe un arma. Para cubrir la retirada de nuestras amigas. Inmediatamente la recepción se convierte en un colador, una cortina de humo provocada por los disparos oscurece todo y hay una mezcla de olores de plástico quemado de los asientos, sangre de los muñones aplastados de los guardias de seguridad y pólvora de los proyectiles. Rápidamente, las dos únicas figuras que permanecen verticales en la habitación son nuestros héroes, una hazaña.


"¡Ding!" suena el ascensor al llegar a la planta baja. Unas magulladas y sorprendidas Roxie y Krissy aparecen. Observan, incrédulas la destrucción a su alrededor mientras avanzan con un coreano semi-inconsciente sujeto por los brazos.


'¿¡Pero no os dijimos que nos esperarais en el furgón?!'
'Estabais en peligro, pero no hay tiempo para discutir sobre esto. ¡Vamonos!', dijo Reventador mientras echaba rodilla al suelo quitándose su mochila.
'Traed aquí, yo me encargo de él', dijo el sobredimensionado chino sujetándo al inconsciente coreano por la cabeza. '¡Eh, pillalo!'

El camello se giró para ver como, con una agilidad felina, su compañero sujetaba la cabeza calva del coreano mientras cogía un ligero impulso para lanzarlo a una distancia de unos 5 metros. A través de una vidriera reforzada anti-balas cerrada.

Un zumbido. El sonido de los arietes hidráulicos quejándose al levantar el peso del hombre. Un grito ahogado. El cristal se raja sorprendente y dolorosamente bajo el cuerpo del hombre que, al atravesar la vidriera, cae bajo una lluvia de cristal anti-balas a los pies del camello, que lo recoge del suelo al primer rebote y sale corriendo a su burra, poniendo al hombre en detrás suyo como si de una pizza se tratara.

Nuestros héroes salen acompañando a unas atónitas Roxie y Krissy mientras Reventador trastea algo dentro de su mochila. El sonido de las sirenas en el exterior delata la presencia de la policia. Por su parte, la rubia y la otra oriental esperan haciendo gestos desesperados desde la parte trasera del furgón, advirtiendo a los personajes de que la policía ha decidido hacer acto de presencia. Reventador sale corriendo del edificio haciendo aspavientos, va sin su mochila.

El grupo al completo se encuentra dentro del furgón, con la respiración entrecortada y las caras llenas de sudor y porquería.

'¡Vamonos, sólo tenemos 17 segundos, he puesto varias cargas de C6 ahí dentro, estos van a recordar quien es Reventador!
'¡No!,' gritó la rubia parando el motor del furgón. 'Vamos a darle lo suyo a la policía, ¡que se habrán creído!'

Sin mediar más palabra, la otra oriental decidió poner remedio al asunto. Abrió la puerta trasera del furgón de una patada y empuñó uno de los lanzagranadas GAP-A de Reventador. Varios tiros rápidos a objetivos al azar causaron grandes destrozos a los vehículos de la policía que, por otra parte, no habían aún dicho o hecho otra cosa más que conducir.

La calle era un infierno en llamas, llovía trozos de metal incandescente más abajo donde los vehículos habían explotado. Nuestro grupo de héroes se miraban con cara de satisfacción y...

'Eh tio, ¿dijiste 17 segundos de temporizador?'
'Si, ¿por?'
'Nada nada, es que me da a mi la impresión que todo esto que habéis hecho ha llevado algo mas o menos...'


Un flash precedió la explosión. Una cantidad de explosivos capaz de volar por los aires una manzana de edificios hizo explosión a escasos metros de nuestros héroes, dentro de la recepción del hotel. El furgón fue lanzado contra el edificio más cercano, mientras el metal se fundía sobre nuestros héroes y el hotel caía por a plomo sobre los héroes.

END OF LINE
(Musiquilla del final de Blade Runner)


Lástima que las PNJs murieran en el acto. Al igual que nuestro desconocido, el coreano, que sufrió una intensa agonía antes de palmar. Una pena. Sin embargo, nuestros héroes, consiguieron lo que parecía imposible: morir (o casi, benditas modificaciones cibernéticas que te mantienen con vida aún en el peor de los escenarios ¿verdad?) y matar a todo el mundo en el segundo (si, SEGUNDO) párrafo de la aventura. Pero así fue como comenzó una leyenda...


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