viernes, 20 de julio de 2012

Pepi, Lucy y Bom...

Y otras chicas del montón. ¿Y por qué? os preguntaréis. Pues veréis, había una vez...

Una noche más en el Forlorn Hope, el antro de mercenarios con más solera de toda la ciudad de Night City y del Estado Libre de California. La banda de música, formada por alguno de los camareros del local, toca en una esquina de la sala unas tonadillas de rock mientras los parroquianos - algunos de ellos veteranos de la guerra de Centroamérica, peligrosos individuos todos ellos- beben hasta emborracharse a la espera de que un patrón decida contratarlos por unas horas para hacer algún trabajito de dudosa moralidad. El ambiente se encontraría abarrotado de humo y olores varios de no ser por los dos grandes extractores colocados estratégicamente por la sala principal y que son los encargados de eliminar todo el humo indeseado. Paneles con las últimas noticias y trabajos iluminan con su luz de neón la sala allá donde se encuentran colgados de sus respectivas columnas. Las camareras reparten sus bebidas con destreza, esquivando a todo aquel que se interpone entre la barra y su mesa mientras la barman, una enorme mujer de pelo rosa sirve las bebidas con sospechosa energía y ademanes poco femeninos.

Fuera es de noche. Aunque las luces de la entrada, así como las farolas de la calle unidas a la espesa niebla contaminada que llena la ciudad se encargan de reflejar la luz haciendo parecer que es aún media tarde. La puerta se abre y entra un grupo de personas. Tienen aspecto de novatos aunque intentan aparentar que saben moverse, pero no es así. Para los ojos de los veteranos no son más que niños perdidos; los ven titubear al entrar, mirarse entre ellos casi inconscientemente como si no tuvieran muy claro qué hacer.

Son un grupo variopinto que parecen sacados de cualquier anuncio barato de Benetton, si no hubiera quebrado a finales de los 80s. Uno de ellos, un bajito japonés con gafas de espejo mira con un intento de parecer más duro de lo que realmente es mientras señala la barra del bar. Detrás suyo le sigue un hiper-musculado y parcialmente desnudo joven chino que no debe tener más de 16 años que lleva poco más que una chaqueta de cuero y un tanga a juego. Cerrando filas una atractiva japonesa de rasgos un tanto indefinidos se hace acompañar de una gabardina a la que han metido a presión un joven negro con las manos enfundadas en los bolsillos, observando desde detrás de unas innecesarias gafas de sol a toda la multitud. Finalmente, detrás de todo el grupo una joven mujer - la única de raza blanca del grupo - que parece desentonar con su traje caro corporativo con respecto al resto del grupo, que haría de las delicias de cualquier seguidor de los Village People, si dejaran la política y decidieran retomar la canción. Todos juntos en formación se dirigen hasta la barra del bar, han pasado 5 minutos desde que entraron y están decididos a pedirse algo. Hasta la barra se adelanta el pequeño japonés con aires de seguridad, levantando la mano para llamar a la barman.


'Un Blade Runner para mi y mis amigos, estamos secos'. 
'En seguida, encanto, en cuanto vea vuestros carnés'.


La gente de alrededor de la barra se fijó un momento en el grupo y estallaron una docena de carcajadas que pusieron bastante furioso al joven grupo, en especial al que parece guiarles.


'No se que habrás querido decir con eso, pero si insinúas que no somos lo bastante hombres para estar aquí quizás podría enseñarte algo. Me llaman Reventador, y he matado a muchos por menos que...'
'De aburrimiento seguro que si, cariño... - apoyando un brazo sobre la mesa, la mujer de pelo rosa se inclinó hasta casi rozar con su nariz la frente del japonés- Mira, me caes bien y voy a dejar que tú y tus amigos se diviertan un poco jugando a ser mayores, pero nada de hacer ruidos ni montar ningún numero - le puso las bebidas y el grupo las recogió pagando religiosamente para después sentarse en una pequeña mesa de una esquina, los cinco, apretados.

La noche continuó sorbo a sorbo, mientras el variopinto grupo veía como iban y venían los parroquianos del bar hasta que, cuando pensaban que eran totalmente invisibles, dos chicas de pelo cardado rubia y morena, con pintas de rockeras, embutidas en unos pantalones de cuero y chaquetas blindadas se acercan a nuestro grupo de personajes.


'Hola chicos, os veo un poco aburridos y hemos decidido que podríais sernos de ayuda. Nosotras sabemos qué es que esta panda de ciberpichas te traten con desprecio. No creáis que a nosotras no nos trataron igual la primera vez que vinimos.'
'Si' - dijo la morena. 'Estos van de un rollo militar super extraño y tienes que demostrarles que eres algo más que palabras. Por cierto, yo soy Krissy y ella es Roxie y no, no somos novias' -sonriendo y guiñando un ojo al negro.
'Hola yo soy Reventador y este es mi grupo..."
'¡Anda, hola Reventador!' -Roxie cogió una silla para cada una y se sentó a horcajadas en ella. 'Espero que me expliques después qué es lo que exactamente revientas, ¡guapetón!'
'¡Eh! ¿Cómo que tu grupo, serás mam...?'
'Tranquilo, fortachón' -dijo Krissy al Ciberchino. 'No importa de quién sea el grupo, venimos a ofreceros un trabajo que puede resultar muy beneficiosos para todos. A vosotros os granjearía algunos amigos aquí, además de  un buen puñado de Eurodólares y a nosotras nos sacaríais de un apuro. ¿Capisce?'
'Vale.'

(Voz en Off de Roxie; Imágenes del centro de la ciudad; Un hotel bien en grande.)
Es la típica misión de extracción. Tenemos a un tipo coreano en la planta 7 del Hotel Mitsubishi del centro de la ciudad al que tenemos que "rescatar" de si mismo ('Pobre', interrumpe Krissy). 
Cállate Krissy, que me desconcentras. ¿Por donde iba? Ah si. Bien, este es un trabajo que podemos dominar nosotras, a excepción de un par de cosas. El tipo en cuestión está rodeado de unos cuantos guardaespaldas, nada serio. Pero no podemos vigilar todos los flancos del edificio y tener preparado un vehículo para la huída. Es ahí donde entráis vosotros. Debéis ser nuestros ojos fuera y llevarnos hasta un lugar seguro una vez hayamos extraído al individuo. ¿Aceptáis?


*  *  *


Esa misma noche se pusieron en marcha. El centro se encontraba tranquilo, casi desierto. El hotel, una masa imponente de acero y cemento, de finales del siglo pasado, tenía manchas provocadas por la polución a lo largo de todos estos años. Partes del edificio mostraban marcas de haber sido reparado por albañiles no muy hábiles y muestra parches aquí y allá. La noche se mantiene seca aunque luces en el horizonte amenazan con alguna lluvia poco saludable procedente de más allá de las montañas.

La furgoneta blindada (es decir, la ambulancia repintada) de nuestros héroes aparca frente al hotel, delante de un vado y junto a una boca de incendio. Detrás de ellos viene el camello afro en su moto, que la aparca a unos pocos metros de distancia para evitar que lo puedan relacionar en absoluto con el único vehículo que hay aparcado en toda la calle. Roxie y Krissy bajan del vehículo y se pierden por el sucio callejón lateral. Sabotean la escalera de emergencia y suben rápidamente hasta el séptimo piso. Mantienen comunicación por radio constantemente con nuestros héroes para mantenerlos informados en todo momento.


Reventador deja el volante del vehículo a la rubia mientras se prepara en la parte trasera para cualquier fatalidad. Lo mismo ocurre con la otra oriental y el ciberchino. Por su lado, afro-man para el motor de su motocicleta y se para en la calle.


'Ya está bien de vigilar, me estoy poniendo nervioso. Voy a entrar a ver que tal está la situación por la recepción', dijo el camello a Reventador.
'Vale, pero recuerda activar la radio.'
'No llevo nada de eso, no me hace falta.'
'Pero...'
'Nada. Además sólo va a ser entrar y salir.'


Nuestro amigo afroamericano entró en la desconchada recepción del hotel y se sentó en uno de los asientos de la misma, observando sin ser demasiado sospechoso que un tipo negro, con pinta peligrosa, mire fijamente al recepcionista durante aproximadamente un minuto para después continuar investigando cada uno de los ascensores y finalmente salir a la calle; esperando a los pies de la escalera.


'Ya casi estamos,' dijo Roxie. 'Id preparándoos que bajamos por el ascensor en cuanto lo pillemos.'


La explosión de una granada en la planta 7 delata el inicio de la operación (viva la delicadeza). Nuestros héroes se ponen nerviosos. El chino decide que va a cubrir la retirada de nuestras amigas y Reventador va a cubrir, lo que sea, al chino también y entra en la recepción con su fusil y su mochila.


La seguridad del edificio se alerta al ver entrar a los dos héroes, que automáticamente comienzan a disparar a todo cuando se mueva y parezca que empuñe un arma. Para cubrir la retirada de nuestras amigas. Inmediatamente la recepción se convierte en un colador, una cortina de humo provocada por los disparos oscurece todo y hay una mezcla de olores de plástico quemado de los asientos, sangre de los muñones aplastados de los guardias de seguridad y pólvora de los proyectiles. Rápidamente, las dos únicas figuras que permanecen verticales en la habitación son nuestros héroes, una hazaña.


"¡Ding!" suena el ascensor al llegar a la planta baja. Unas magulladas y sorprendidas Roxie y Krissy aparecen. Observan, incrédulas la destrucción a su alrededor mientras avanzan con un coreano semi-inconsciente sujeto por los brazos.


'¿¡Pero no os dijimos que nos esperarais en el furgón?!'
'Estabais en peligro, pero no hay tiempo para discutir sobre esto. ¡Vamonos!', dijo Reventador mientras echaba rodilla al suelo quitándose su mochila.
'Traed aquí, yo me encargo de él', dijo el sobredimensionado chino sujetándo al inconsciente coreano por la cabeza. '¡Eh, pillalo!'

El camello se giró para ver como, con una agilidad felina, su compañero sujetaba la cabeza calva del coreano mientras cogía un ligero impulso para lanzarlo a una distancia de unos 5 metros. A través de una vidriera reforzada anti-balas cerrada.

Un zumbido. El sonido de los arietes hidráulicos quejándose al levantar el peso del hombre. Un grito ahogado. El cristal se raja sorprendente y dolorosamente bajo el cuerpo del hombre que, al atravesar la vidriera, cae bajo una lluvia de cristal anti-balas a los pies del camello, que lo recoge del suelo al primer rebote y sale corriendo a su burra, poniendo al hombre en detrás suyo como si de una pizza se tratara.

Nuestros héroes salen acompañando a unas atónitas Roxie y Krissy mientras Reventador trastea algo dentro de su mochila. El sonido de las sirenas en el exterior delata la presencia de la policia. Por su parte, la rubia y la otra oriental esperan haciendo gestos desesperados desde la parte trasera del furgón, advirtiendo a los personajes de que la policía ha decidido hacer acto de presencia. Reventador sale corriendo del edificio haciendo aspavientos, va sin su mochila.

El grupo al completo se encuentra dentro del furgón, con la respiración entrecortada y las caras llenas de sudor y porquería.

'¡Vamonos, sólo tenemos 17 segundos, he puesto varias cargas de C6 ahí dentro, estos van a recordar quien es Reventador!
'¡No!,' gritó la rubia parando el motor del furgón. 'Vamos a darle lo suyo a la policía, ¡que se habrán creído!'

Sin mediar más palabra, la otra oriental decidió poner remedio al asunto. Abrió la puerta trasera del furgón de una patada y empuñó uno de los lanzagranadas GAP-A de Reventador. Varios tiros rápidos a objetivos al azar causaron grandes destrozos a los vehículos de la policía que, por otra parte, no habían aún dicho o hecho otra cosa más que conducir.

La calle era un infierno en llamas, llovía trozos de metal incandescente más abajo donde los vehículos habían explotado. Nuestro grupo de héroes se miraban con cara de satisfacción y...

'Eh tio, ¿dijiste 17 segundos de temporizador?'
'Si, ¿por?'
'Nada nada, es que me da a mi la impresión que todo esto que habéis hecho ha llevado algo mas o menos...'


Un flash precedió la explosión. Una cantidad de explosivos capaz de volar por los aires una manzana de edificios hizo explosión a escasos metros de nuestros héroes, dentro de la recepción del hotel. El furgón fue lanzado contra el edificio más cercano, mientras el metal se fundía sobre nuestros héroes y el hotel caía por a plomo sobre los héroes.

END OF LINE
(Musiquilla del final de Blade Runner)


Lástima que las PNJs murieran en el acto. Al igual que nuestro desconocido, el coreano, que sufrió una intensa agonía antes de palmar. Una pena. Sin embargo, nuestros héroes, consiguieron lo que parecía imposible: morir (o casi, benditas modificaciones cibernéticas que te mantienen con vida aún en el peor de los escenarios ¿verdad?) y matar a todo el mundo en el segundo (si, SEGUNDO) párrafo de la aventura. Pero así fue como comenzó una leyenda...


miércoles, 18 de julio de 2012

Los Locos de la Cannonball

Nuestros héroes deslizaban su carguero Corelliano entre los restos de las naves mientras escapaban a gran velocidad de sus perseguidores. El espacio alternativo donde vivían esos seres, a la espera de que alguna nave se extraviara durante sus viajes por el hiperespacio, seguía sorprendiéndoles.

El cielo brillaba con un blanco ténue, mientras las estrellas "brillaban" con un negro incandescente. Las naves que les perseguían, mitad ingenio mecánico mitad ser vivo, disparaban sus salvas de láseres a la nave de los héroes. Cientos de miles de naves de todas las eras, tamaños y galaxias se agolpaban alrededor del destartalado asteroide que servía de base para las criaturas.

'¡Nunca me atrapareis con vida, bastardos! ¡Pelos, redistribuye energía a las pantallas deflectoras traseras, no quiero que nos pase ninguno de sus láseres mientras salimos del pozo de gravedad y de toda esta chatarra!'


Pelos, el wookie que es compañero del contrabandista (si, si, lo se...) tira el dado mientras hace ruidos guturales y consigue la tirada, los escudos de la popa de la nave se doblan a costa de perder los escudos delanteros.


El zumbido del generador de escudos sobredimensionado, robado de un transporte de tropas imperial al ponerse a funcionar al 101% llenó la nave mientras algunos sistemas, sobretensionados o a causa de un flujo inconstante de energía, comenzaban a disparar las alarmas de la nave aquí y allá.

'Ñogo ñogo ñogo!' -resonó la voz del ewok por todo el sistema de ventilación interna de la nave mientras se arrastraba por él.
'Maldito ewok, ¡estoy en un momento tenso, no necesito distracciones innecesarias! Pelos, pon el aire acondicionado a tope para calmarle los ánimos a nuestro pequeño amigo peludo.'
'¡Gwaaaarlg!' -mientras pulsaba el botón marcado con "AC" y giraba el termostato haciendo bajar la temperatura de la nave unos grados.

Las luces de la cabina se atenuaron entonces mientras la nave espacial tironeaba.

'Eso no ha sido el impacto de un láser, ¡nos quedamos sin energía! Rápido pelos, desconecta sistemas secundarios. ¡Apaga la cafetera!'
'¡No, la cafetera no!' -gritó el jedi, que hasta ahora permanecía meditando en su cápsula de escape, totalmente consciente de que sus amigos eran más que suficientes para resolver la situación por si sólos.
'No podemos hacer otra cosa, necesitamos energía. Pelos, hazlo, ¡ahora!'
'Gwaaaaarlg gna gna!'

El dado gira una nueva vez, los sistemas secundarios desconectados proporcionan un momento de alivio a la nave, que recupera empuje.


El carguero daba bandazos entre los pecios espaciales, esquivando los rayos de las naves que los perseguían así como absorbiendo aquellos que no conseguía esquivar gracias a su pericia. Las naves se agolpaban más y más y hacían la huída cada vez más difícil.

'Esto está durando demasiado. Pelos, desconecta los sistemas de armamento, necesitamos más potencia en los motores. Tú, el mago, necesito que desvíes más energía a los escudos para que no nos atraviesen.'
'Pero no tengo ni puta idea de naves, colega, si toco algo... espera ¿mago, pero que cojo...?'
'Da igual, ya tenemos energía extra en los motores. Preparaos que voy a esquivar a ese Destructor Imperial abandonado a toda velocidad.'

'Eh, espera, si aumentas la velocidad pasarás a velocidad de embestida. Eso es un suicidio en condiciones normales. La dificultad será alta.'
'¡A la mierda, soy el mejor piloto de la galaxia. Mejor incluso de Han Solo. Nadie mejor que yo!'
'Bueno, tío, como tu quieras, si yo sólo soy el master...'
El dado rueda sobre la mesa.


'¡Ja, soy el mejor, puedo pilotar cualquier cosa, le meo en la cara a Han Sol...!'

1...


'¡Boom! Es lo último que escucháis cuando, en lugar de girar la nave, veis como sigue moviéndose en linea recta; directa contra un pecio que cada vez se hace más grande.'


'...'


'Decías que los escudos estaban doblados a la parte trasera, ¿no?'
'Eu... si...'


El carguero espacial giró torpemente sobre su eje en un vano intento de sobrepasar el pecio Imperial a una velocidad excesiva. La nave estalló en un millar de pedazos al chocar contra el duro y recio casco del navío de línea, dando fin a las aventuras y desventuras de nuestro grupo de héroes en este universo y en el que viene.

'Y es que... ya no hacen naves como las de antes. Habéis muerto, estáis tan aplastados que podríamos decir que sois uno con la nave. A partir de ahora se contarán historias de una nave Imperial fantasma que surca el espacio, con pelo y que dice "Ñogo ñogo ñogo". Podéis estar orgullosos'


'¡Hey, no nos has dado ninguna oportunidad! Esto lo has hecho por robarle aquel guantelete tan antiguo a ese caballero que nos ayudó, ¿verdad?'
'Hmmm...'
'O por querer cobrarle el pasaje a esos refugiados.'
'Hmmm...'
'O por querer cobrar recompensa por liberar a mi propio pueblo Mon Calamari después de que me nombraran Héroe de todo el planeta.'
'Jajajaja... que cosas tienes. Pues verás, te cuento...'

TÍTULOS DE CRÉDITO FINALES
(Musiquilla del final de las pelis de Star Wars)

domingo, 8 de julio de 2012

Un Hombre Tranquilo

John Ford decidió allá por los años 50 realizar una película sobre un emigrante que retorna, tras muchos años ausente, a su amada Irlanda; en concreto a la ficticia población de Innisfree. Allí conoce y corteja a una moza del pueblo muy a pesar del hermano de esta, cuyo parecido a Brutus resulta extrañamente familiar. El tipo es de carácter singular, tranquilo (como bien dice el título) mientras que su media naranja es una fiera irlandesa de pelo rizado y pelirrojo; vamos, lo que viene siendo una moza con cojones.

Master de principios del Siglo XX
dialogando con uno de sus jugadores
Pues yo me considero algo así. Me explico: tú te sientes motivado para hacer una partida de rol, montas la partida, creas PNJs, haces un trasfondo, animas a tus jugadores para jugar la partida, haces personajes si es necesario y te pones a jugar. Entonces, ves como todo tu esfuerzo, todas tus horas trabajadas, todo tu empeño puesto... se va a donde picó el pollo. Y tienes que mantener el tipo, claro está, emplear toda tu imaginación para darle la vuelta a la tortilla o esto se va al garete.


En mi grupo de amigos gustábamos de recordar viejas batallas. Así que pienso ponerlo en negro sobre blanco para inmortalizarlo, dándole un toque especial a todo esto, claro está.

Mi primer relato tendrá como protagonistas a una serie de jugadores, cuyos personajes he puesto en primer lugar en la sección "Los 12 del Patíbulo" e iré yendo a otros según recuerde, o tenga ganas.

viernes, 6 de julio de 2012

Yo, Robot

A mi siempre me ha apasionado el tema Cyberpunk. Aunque no me vestiría como dicta la moda, siempre me ha parecido más interesante que, digamos un tema al azar, la estética de Vampiro (aunque todo hay que decirlo, tiene "cositas" molonas). Y es que, en realidad, la ciencia ficción es lo que realmente me ha llamado siempre. ¿Blade Runner? Un peliculón.

Entre mis juegos "de siempre" se encuentra Cyberpunk 2.0.2.0., un clásico entre los clásicos y con las reglas más ridículas y descompensadas que jamás haya jugado: viste a tu personaje con Metal Gear y sólo podrán echártelo a bajo si le disparan con un cañón. Sin embargo, siempre ha tenido un buen potencial y a mi me gusta darle un trasfondo a las partidas que yo mismo hago, aunque se quede en algo privado. Para una de las partidas que escribí y que nunca he hecho, realicé una pequeña "intro" narrada para motivarme un poco a la hora de jugar la partida.

La partida tiene su tiempo y en síntesis trataba el "espinoso" tema de la extraña relación entre algunos implantes cibernéticos tan de moda y una creciente (y alarmante) cantidad de personas que desarrollaban terribles poderes psiónicos - lo se, soy un genio. El título del relato no es que fuera muy original, pero ¡eh! ¿qué mas dará? Hala, aquí os lo dejo.

*  *  *

I - Lágrimas en la Lluvia


   «Caí durante una eternidad. Sólo recuerdo haber caído un tiempo infinito por esta realidad de neón e impulsos eléctricos. No es el ciberespacio, he estado allí antes y esto es distinto. Lo recuerdo todo. Decidí un día que no podía más, que nada me importaba y que no le importaba a nadie. Debía poner remedio a todo esto.   Decidí salir a lo grande de allí, no sin antes llevar a cabo mi última idea. Entré en las cuentas privadas y en las de la corporación de mi padre y las vacié: números de cuentas, información confidencial, todo lo que cayó en mis manos y cupiera en mi implante de memoria. Quizá a mi padre no le pareciera tan buena idea pero se lo merecía.
   Más tarde quedé con un amigo y le pedí "el mayor favor que pudiera pedirle a nadie". Necesitaba que él mismo diera el último paso por mí, necesitaba que me "desconectara" del mundo. Quedamos en una mugrienta habitación de hotel cercana a las Tierras de Nadie - la Zona de Combate, como la llamaban los románticos.También recuerdo que hicieron falta muchas dosis de sinte-coca y alcohol para reunir las fuerzas para hacerlo.   Pusimos la música a todo volumen, tan alto que notaba como vibraba todo mi cuerpo con cada nota. Todo fue como un ritual. Lentamente enchufé mis conectores al cibermódem mientras, con los ojos cerrados, marcaba el número de teléfono para iniciar la conexión.»

Slide down to the darkness,
your body lying down next to mine.
Toxic waste running through my veins 
chargin' me of adrenaline...


   «Mantuve el dedo sobre el botón de "Marcar" durante un momento mientras entonaba la letra de la canción. Mi amigo estaba a mi lado y sujetaba mi mano con firmeza. Su sudor y el mío nos delataban mutuamente pero pronto no iba a importar nada de eso. Subimos la música un poco más. Comenzaron a aporrear la puerta. Él me miró y yo le observe durante un instante mientras oprimía el botón. Todo pareció detenerse en un momento. La música sonaba distorsionada, lejana y me hacía flotar. Los golpes en la puerta no eran más que tenues toques cada vez más lejanos.
   Encendí la videocámara de la habitación. Mi amigo se incorporaba mientras me sujetaba la mano. Le vi arrancar el primer conector de mi brazo y noté un agudo dolor allí donde debería estar. Cuando se disponía a hacer lo mismo con mi conector de mi espina dorsal la puerta estalló y entraron ellos. No los conocía. Probablemente fueran los vecinos. Un golpe en el cuello y terminó todo. Mi amigo cayó inerte junto a mi. Mi conector... en su mano... duele... quiero gritar...»


   «Estática. Todo está negro. Ya no caigo. Levanto mis manos y puedo verme. Miro arriba y de repente lo veo. Luz incandescente blanca y viene hacia mi. Quiero moverme y no puedo...
   Un trueno lejano me despierta. La lluvia golpea en el cristal de la ventana de algún edificio de alguna ciudad. Es de noche y estoy a oscuras. Las luces de neón de algún cartel rojo brillan en el exterior del edificio. Veo la ciudad desde mi cama. Me levanto de la cama y me caigo. Observo mis extremidades, donde antes había músculos y carne ahora no hay más que unas tiras de piel pegadas a los huesos; me doy cuenta de que debo estar en algún hospital y que he tenido que pasar mucho tiempo en esa cama.
   La habitación huele a sudor rancio y snacks de patata. Alguien ha estado bebiendo algunas cervezas y ha dejado su chaqueta en una silla. Camino hasta la ventana y noto algo tira de mi. Es entonces cuando me doy cuenta de que estoy unida a una máquina desde mi espalda. Tiro una, dos, tres veces hasta que los cables y tubos se sueltan. Y miro por la ventana, veo como la lluvia crea un mosaico en el cristal sólo interrumpido por ríos de agua que corretean sin ningún patrón.
   Otro rayo y veo la ciudad abajo. Debo estar en el Centro Corporativo de Night City. Antes de que me pregunte por qué la puerta se abre de golpe. Un hombre corpulento entra en la habitación mientras parece que me grita aunque no le oigo. Señala la cama y me señala a mi. Observo las barras de la cama del hospital y veo unas esposas. Me miro las muñecas y veo las marcas. Él sigue gritando.
   Sigo sin hacerle caso y el tipo se pone nervioso. No parece gustarle lo que ve ya que corre donde dejó su chaqueta y saca una porra extensible. Viene a por mi con intención de dejarme inconsciente. Yo me llevo las manos a la cara y grito. No entiendo nada. Los cristales me rocían la espalda y los bajos de mi bata se enredan entre mis piernas. Levanto la cabeza y lo que veo me deja perpleja.
   El hombre que había entrado yace en el suelo. La mano que intenta agarrar de nuevo la porra tiembla espasmódicamente mientras se desangra por los oídos, la nariz, los ojos. Levanto la mirada y veo dos más que han entrado, debo haber armado demasiado jaleo. Estos vienen preparados y llevan pistolas. Me muevo hacia ellos y es entonces cuando disparan. Media docena de balas se estrellan a pocos centímetros de mi cara.
   Es entonces cuando veo su cañón humeante, la recámara de su arma, el siguiente proyectil a punto de ser disparado y entonces sucede. Su arma explosiona en la mano, arrancándosela de cuajo y les dejo ahí en el suelo retorciéndose de dolor.»

   «De nuevo esa sensación de estar cayendo y me encuentro en la calle. Estoy en un callejón mugriento de Night City. La ciudad brilla como un millar de estrellas tras el velo de la lluvia sucia, incesante. Me duele la cabeza. Ando como entre tinieblas, tambaleándome y tropezando con otras personas que me miran, incrédulas. No puedo más y me dejo vencer por el dolor agudo que me taladra las neuroconexiones. El mundo es un estallido de azul eléctrico y es entonces cuando veo su cara, como un holograma que me dice – ¿Eh, estás bien, chica?»